La inflación obliga a recortar cada vez más gastos prioritarios. Menos carne, terceras marcas y frutas y verduras de descarte marcan la economía cotidiana desde hace tiempo.
Comer, el gran desafío. Millones de argentinos y miles de correntinos sufren las consecuencias de la inflación y, aun con un trabajo estable y un salario, llegar a completar la canasta básica alimentaria resulta toda una odisea. Las constantes subas de precios no dan tregua y los efectos son visibles desde hace ya bastante tiempo. Comprar ropa, ir a un restaurante o darse un gustito son hábitos cada vez menos comunes y la preocupación se centra en parar la olla.
La carne, frutas y verduras, el pollo y el pan son algunos de los productos de primerísima necesidad que en los últimos meses dieron un salto importante. El resultado: cada vez se compra menos.
Argentina tiene actualmente uno de los índices de consumo de carne per cápita al año más bajos de su historia, pero más allá del asado o del bife, el recorte de las familias se da en diferentes ámbitos.
Los carniceros aseguran que las ventas disminuyeron notablemente en los últimos meses. Pero además de comprar menos, los clientes tuvieron que cambiar obligadamente algunos hábitos.
“Siguen buscando calidad en los cortes para la parrilla, pero llevan lo más barato en otros cortes con hueso como la aguja y la paleta”, dijeron a República de Corrientes hace pocas semanas. De esta manera, muchos optan por comprar carne más barata y de menor calidad. La alternativa: hacerla hervir más tiempo en el guiso o en la sopa.
Con las verduras pasa algo similar. En el mercado de concentración de Corrientes advierten que cada vez más personas buscan comprar los productos por bolsas. “Vienen dos familias y compran una bolsa de papa para compartir”, había contado Marcos Danuzzo, referente de la Cámara Argentina de la Actividad Frutihortícola. El objetivo es achicar costos, incluso en productos que históricamente fueron accesibles y que forman parte de la mesa de los argentinos.
También en el mercado y en las verdulerías ganan terreno los productos que hasta no hace mucho eran de descarte. Las papas y las manzanas especialmente vienen experimentando este proceso de manera acelerada. “Hoy se están vendiendo papines, unas papas muy pequeñas que hasta hace un tiempo nadie quería llevar”, señalaron desde el mercado de productos frescos.
Los combos son una alternativa a la que los comerciantes apelan para tratar de sostener el consumo.
De esta manera tratan de ofrecer varios productos a precios medianamente accesibles y lograr una rotación más ágil de la mercadería. Son cada vez más las verdulerías y carnicerías que arman paquetes especiales y los promocionan en las redes sociales, consiguiendo una buena recepción por parte de los clientes.
En el súper
Los productos de primera necesidad como harina, arroz, fideos y leche no quedan afuera de este escenario preocupante. Raúl Rogido, gerente de una de las principales cadenas de supermercados de Corrientes, comentó al respecto que “se ve con claridad cómo cuesta armar la canasta básica y eso hace que se retrotraigan las ventas”.
El recorte de gastos ya no solo se da en productos que podrían ser considerados “de lujo”, sino que avanza en los elementos más indispensables. Por eso en los súper aseguran que se ve cada vez con mayor asiduidad a familias que buscan lo más económico. “Muchos se vuelcan por segundas e incluso terceras marcas”, advirtieron desde el sector comercial.
El recorte se da especialmente en los productos de limpieza, pero también en los alimentos, una situación que desde los supermercados aseguran que no se veían desde hace bastante tiempo.
“Los alimentos son el rubro que muchas veces no se recorta porque la gente decide sostener ciertos hábitos o gustos”, dijo el referente del sector, aunque aclaró que igualmente advierten cómo las primeras marcas pierden terreno frente a otras menos conocidas.
Pollerías y panaderías se suman también a esta realidad, que abarca a todos los sectores y que repercute cada vez más en los alimentos. El desafío es llegar a fin de mes, pero primero parar la olla y tener un plato de comida servido en la mesa.